EL LIBRO DE LOS SERES IMAGINARIOS, Jorge Luis Borges

0


JORGE LUIS BORGES, El libro de los seres imaginarios, Kier, Buenos Aires, 1967, 160 páginas.

**********
En el Prólogo, Borges y Margarita Guerrero, quien también colabora en el volumen, explican cómo conciben su lectura, más próxima a la de un artefacto lúdico que a la de un libro tradicional: "Querríamos que los curiosos lo frecuentaran, como quien juega con las formas cambiantes que revela un calidoscopio". Las ilustraciones que adornan estas páginas son obra de Silvio Baldessari.
**********
EL ZORRO CHINO

   Para la zoología común, el zorro chino no difiere muchísimo de los otros; no así para la zoología fantástica. Las estadísticas le dan un promedio de vida que oscila entre ochocientos y mil años. Se lo considera de mal agüero y cada parte de su cuerpo goza de una virtud especial. Le basta golpear la tierra con la cola para causar incendios, puede prever el futuro y asumir muchas formas, preferentemente de ancianos, de jóvenes doncellas y de eruditos. Es astuto, cauto y escéptico; su placer está en las travesuras y en las tormentas. Los hombres, cuando mueren suelen trasmigrar con cuerpo de zorros. Su morada está cerca de los sepulcros. Existen miles de leyendas sobre él; transcribimos una, que no carece de humorismo: Wang vio dos zorros parados en las patas traseras y apoyados contra un árbol. Uno de ellos tenía una hoja de papel en la mano y se reían como compartiendo una broma. Trató de espantarlos, pero se mantuvieron firmes y él disparó contra el del papel; lo hirió en el ojo y se llevó el papel. En la posada refirió su aventura a los otros huéspedes. Mientras estaba hablando entró un señor, que tenía un ojo lastimado. Escuchó con interés el cuento de Wang y pidió que le mostraran el papel. Wang ya iba a mostrárselo, cuando el posadero notó que el recién venido tenía cola. ¡Es un zorro!, exclamó y en el acto el señor se convirtió en un zorro y huyó. Los zorros intentaron repetidas veces recuperar el papel, que estaba cubierto de caracteres indescifrables, pero fracasaron. Wang resolvió volver a su casa. En el camino se encontró con toda su familia, que se dirigía a la capital. Declararon que él les había ordenado ese viaje, y su madre le mostró la carta en que le pedía que vendiera todas las propiedades y se reuniera con él en la capital. Wang examinó la carta y vio que era una hoja en blanco. Aunque ya no tenían techo que los cobijara, Wang ordenó: Regresemos.
   Un día apareció un hermano menor que todos habían dado por muerto. Preguntó por las desgracias de la familia y Wang le refirió toda la historia. Ah, dijo el hermano, cuando Wang llegó a su aventura con los zorros, ahí está la raíz de todo el mal. Wang mostró el documento. Arrancándoselo, su hermano lo guardó con apuro. Al fin he recobrado lo que buscaba, exclamó y, convirtiéndose en un zorro, se fue.

0 comentarios en "EL LIBRO DE LOS SERES IMAGINARIOS, Jorge Luis Borges"