PROSAS, K. P. Kavafis

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K. P. KAVAFIS, Prosas, Tecnos, Madrid, 1991, 166 páginas.

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Prosa de ficción, política, personal y literaria: en esta edición se reúnen aquellas creaciones de Kavafis que discurrieron al margen de su obra poética.

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¿Hay realmente Verdad y Mentira? ¿O hay sólo Nuevo y Viejo, y la Mentira es simplemente la vejez de la Verdad?
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Sin el entusiasmo —dentro del entusiasmo incluyo ciertamente la rabia— no puede funcionar la humanidad. Sin embargo, en el momento de entusiasmo no funciona bien. Tiene que pasar el entusiasmo para que actúe eficazmente, pero también entonces —en el estado de sobriedad— realiza obras que tienen su origen en el periodo del entusiasmo. Quien se entusiasma demasiado no puede hacer un buen trabajo; quien no se entusiasma nunca, tampoco.
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No sé si la perversión da fuerza. A veces lo creo. Pero lo cierto es que es fuente de grandeza.
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Cuando sientes que eres malo y eso te afecta, y tienes remordimientos de conciencia, en realidad, ya no eres malo, porque te disgustan tus acciones y ya no te pertenecen. Pero cuando eres malo sin remordimientos de conciencia y más bien disfrutas, entonces eres malo sin saberlo, por lo que no eres malo en absoluto, pues no eres responsable. Entonces, en resumidas cuentas, ¿es que no existe maldad alguna?
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Para nosotros los hombres es la vida como un suicidio, hoy, tanto que la hacemos superflua a veces.

VIDAS INFINITAS, David Jasso

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DAVID JASSO, Vidas infinitas, Amargord, Madrid, 2013, 120 páginas.

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LA ESPERA

   Ni siquiera me mira. Cada mañana pasa a mi lado y ni me ve, ignora mi presencia.
   Pero no me importa, yo acudo puntual, todos los días, al cruce de la avenida, aunque sólo sea para verla pasar junto a mí, para seguir sus ágiles movimientos con mis ojos cansados. La veo cruzar la calle con su melena agitada por el viento, ondeando tras ella como el estandarte de su vitalidad; acelerando sus pasos jóvenes para sortear el tráfico con presteza; portando su pesada mochila repleta de libros de texto, con la vida restallando en su rostro fresco en ráfagas tan deslumbrantes que casi producen dolor.
   Y sueño con ella, con su sonrisa sincera, con su roce de brizna de hierba. Anhelo el momento de tenerla junto a mí, de sentir su cuerpo contra mi pecho, de acariciar sus cabellos con toques lentos. Son sólo unos segundos cada día, luego, sigue su camino hacia clase sin percatarse de mi presencia, sin saber que yo estoy ahí, esperándola. Y la veo alejarse.
   Quedo en la esquina un día más, rodeado por el fantasma de su perfume, sacudido por la estela de su paso como la barca mecida por las olas. Ni siquiera me ha visto. Pero no me importa, sé que un día caerá bajo la rueda del autobús y vendrá a mí, buscando el consuelo de los cálidos brazos de la muerte.

TAREA DE ESCRIBIR, Carlos Pujol

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CARLOS PUJOL, Tarea de escribir, Pamiela, Pamplona, 1998, 96 páginas.

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Siempre se cuenta la misma historia, ningún escritor se sale de sí mismo, como nadie se sale de su piel.
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La literatura tiene un orden oculto que finge el desorden, la improvisación, el falso azar de la vida.
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Se escribe a tienta y a ciegas, con las palabras como lazarillos.
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Escribir o meter en cintura sueños desbocados.
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El ideal de la metáfora es ser a la vez disparatada y exacta, absurda y verdadera.
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Alguien escribe como para engañar a la muerte, aun sabiendo que sólo se engaña a sí mismo.

1001 PERLAS DE SABIDURÍA, David Ross

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DAVID ROSS, 1001 perlas de sabiduría, Grijalbo, Barcelona, 2006, 384 páginas.

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Subtitulada Pensamientos y reflexiones que te inspirarán, esta antología compilada por David Ross pretende "ofrecer un amplio abanico de palabras sabias debidas a los grandes pensadores de los últimos tres mil años".
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El valor sin conciencia es una fiera salvaje.
Robert G. Ingersoll
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No juzgues a nadie antes de haber caminado durante dos lunas con sus zapatos.
Refrán indio norteamericano
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Tenemos el derecho de no tolerar a los intolerantes. Si podemos tolerarlos sin correr un gran riesgo, está bien que lo hagamos, no obstante, existe la posibilidad de que el riesgo sea tan alto que no podamos permitirnos ese lujo.
Karl Popper
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El dinero es como el estiércol; si no se reparte, no vale nada.
Francis Bacon
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Lo único grande es el silencio. Todo lo demás es debilidad.
Alfred de Vigny
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La muerte me tira de la oreja, diciéndome: "Vive, que vengo".
Virgilio
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Al contemplar tu vida, verás que los momentos que destacan son aquellos en que hiciste algo por los demás.
Henry Drummond
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Artista es el que le da la vuelta a su chaqueta y se enamora del color del forro.
Jeanne Tardiveau
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La juventud es feliz porque tiene la facultad de ver la belleza. Si alguien conserva la capacidad de ver al belleza, nunca se hace viejo.
Franz Kafka
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Demasiada cordura puede ser locura, y lo más loco de todo es ver la vida como es, no como debería ser.
Miguel de Cervantes

EMOCIONARIO. DI LO QUE SIENTES, Cristina Núñez Pereira & Rafael R. Valcárcel

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CRISTINA NÚÑEZ PEREIRA & RAFAEL R. VALCÁRCEL, Emocionario. Di lo que sientes, Palabras Aladas, Madrid, 2013, 96 páginas.

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Señala en el prólogo Rosa Collado Carrascosa una de las virtudes de Emocionario. Este catálogo de cuarenta y dos emociones, ilustrado por diversos artistas, ha de servir al niño (y al lector adulto que lamentará no haberlo leído en su infancia) para "descubiri, identificar y diferenciar las emociones". Un ejercicio que les permitirá convetirse "en adulktos autoconscientes con habilidad sensitiva para afrontar los retos de la vida".
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INCOMPRENSIÓN

   La incomprensión nace de la falta de entendimiento con el otro. Intentamos explicar algo que nos ocurre o que pensamos, pero la otra persona no nos entiende. En ocasiones, nos sentimos incomprendidos porque algo que hacemos no encaja con la opinión de los demás. No te preocupes, piensa en Leonardo de Vinci y en otros genios: todos tuvieron que enfrentarse a la incomprensión. Su pensamiento no concordaba con la época en que vivían.

¿CÓMO SURGE LA INCOMPRENSIÓN?

   La incomprensión surge de un desajuste entre cómo ves tú el mundo y cómo creen los demás que lo ves. Es una mezcla de frustración y desamparo.

Federico Combi

EL PRIMER TRAGO DE CERVEZA Y OTROS PEQUEÑOS PLACERES DE LA VIDA, Phillipe Delerm

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PHILLIPE DELERM, El primer trago de cerveza y otros pequeños placeres de la vida, Tusquets, Barcelona, 2001, 104 páginas.

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IR A COGER MORAS

   Es un paseo que se da con viejos amigos, al final del verano. Se acerca la vuelta al trabajo, pocos días después todo volverá a empezar; así que resulta agradable ese último garbeo ya con efluvios de septiembre. No es menester invitarse, ni comer juntos. Basta una llamada, a primera hora de la tarde del domingo.
   —¿Os apetece venir a coger moras?
   —¡Hombre, precisamente os lo íbamos a pro­poner!
   El sitio es siempre el mismo, a lo largo del camino en la linde del bosque. Las zarzas cada año están más frondosas e impenetrables. Las ho­jas tienen ese verde mate, profundo; los tallos y espinas, esa tonalidad vinosa que se asemeja a los propios colores del papel vergé con el que se encuadernan libros y cuadernos.
   Cada cual va provisto de una caja de plástico especial para que no se chafen las bayas. Todos empiezan a coger sin demasiado frenesí, sin de­masiada disciplina. Bastarán dos o tres tarros de confitura, que no tardarán en saborearse en los desayunos de otoño. Pero el máximo placer es el del sorbete. Un sorbete de moras consumido la misma noche, un dulzor helado en el que duer­me el último sol relleno de frescor oscuro.
   Las moras son pequeñas, de un negro ruti­lante. Pero mientras se cogen prefiere uno probar las que todavía conservan algún grano rojo, un sabor acidulado. No tardan en manchársenos las manos de negro. Nos las restregamos mal que bien en las hierbas amarillentas. En la linde del bosque, los helechos se tiñen de rojo, y sus cur­vilíneas sumidades llueven sobre las perlas mal­vas de los brezos. La conversación discurre sobre cualquier cosa. Los críos se ponen serios, evocan su temor o su deseo de que les toque tal o cual profe. Porque el regreso al trabajo gira en torno a ellos, y el camino de las moras tiene un sabor a escuela. La carretera es suave, apenas ondulada: es una carretera hecha para conversar. Entre dos chaparrones, la luz reavivada se presenta aún cá­lida. Hemos cogido las moras, y con ellas nos hemos llevado el verano. En la pequeña curva de los avellanos, nos deslizamos hacia el otoño.

AL PIE DE LA LETRA. GEOGRAFÍA FANTÁSTICA DEL ALFABETO ESPAÑOL, Real Academia Española

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REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Al pie de la letra. Geografía fantástica del alfabeto español, Fundación José Manuel Lara, Madrid, 2014 (2007), 384 páginas.

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En este tributo a la letra del sillón que ocupan de los académicos de la RAE encontramos, en orden alfabético, un feliz catálogo de ingenio literario.
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BAMBALINA DE CUS

   Es lástima que los españoles menospreciemos la q, Iéase cu, letra hacia la que sien­to una especial afición, una verdadera e insólita reverencia y una manifiesta y do­méstica parcialidad; el motivo de mi confesada inclinación es que la letra Q, léase cu, mayúscula, es la silla académica donde cada jueves del curso asiento mi cu, tradúzcase culo, y ya se sabe que de bien nacidos es ser agradecidos y estar siempre dispuestos a reconocer la dádiva y el favor.
   Un coro de ángeles capones entona el himno de las misteriosas benevolencias, aquel que arranca bajito para acabar arrebatado y que comienza con una invoca­ción a la prudente misericordia: ¡Gracias, letra q, vuelva a leerse cu, léase siempre cu, tras cuyas bambalinas insurrectas izamos el gallardete del quídam faccioso y las máscaras pintadas de albayalde de sus siete acólitos veniales, uno por cada uno de los Siete Niños de Écija!
   Quequier quibdoano, Quiquito el Quisqui, por ejemplo, o sea sin ir más lejos, acompañándose de la quindolina, la mandolina de once cuerdas inventada por él sin ayuda de nadie, entona con voz de grillo a punto de ser padre la última qasida que compuso el quejicoso Quliquedo, el marica municipal de Quintanamanvirgo. (El texto de la qasida debe adivinarse y, una vez bien sabido, aprenderse de memoria para po­der cantarlo con los ojos cerrados y el corazón en un puño). Mientras todo esto suce­día en Quart de Poblet, Queimadela y en Quintanar de la Orden, en el lugar que dicen la Quebrada del Quebracho, mismamente en la Fontana del Raposo Tartamudo, a un soldado de los Tercios de la Quiñonería que calzaba botines a la ponleví, se le torció el quebradillo y se pegó semejante traspiés que su capitán lo arrestó por indecoroso.
   —¡Para que te peas llevando el cirial y digas que son cohetes, tonto del haba, que eres un tonto del haba de cuota y sin remisión!
   Don Quod-VuIt-Deus Quijones Quijongo, alias Queroseno, recaudador de con­tribuciones muy propenso a los tocamientos libidinosos, al fútbol sala y al chocolate con tejeringos, le dijo a su primo don Queremón Quismondo y Quatretondet, alias Quiebracajete el Mozo, protésico dental ejemplarmente esmerado y de muy probadas virtudes, se lo dijo pasándole amistosamente una mano por el hombro, le dijo lo que paso a decir.
   —Quisiera hacer con la letra q, léase cu, con cuatro o cinco letras cus, una bam­balina para arropar el misterio y permitir al último quark morir en paz y en gracia de Dios. La letra q, léase cu, es la imagen del conservadurismo y está ya con un pie en el estribo del sepulcro para mal de todos. Invoco a mis dilectos benefactores don Emilio y don Francisco, los dos españoles que más saben de las letras c, léase ce, k, léase ca y q, léase cu, para que me ayuden a entonar esta mi doliente nenia. Declaro que pienso gastarme todos mis ahorros en un solemne y aparatoso funeral, en unas pompas de muerto reverenciosas y solemnes, porque las funebridades de chicha y nabo son el desdoro de las familias.
   El mancebo Quiebracajete el Mozo, gritó: ¡Viva la letra q, léase cu!, puso los ojos en blanco y expiró.

Camilo José Cela y Trulock  [Q MAYÚSCULA]

LIBRO DE LAS BRUJAS ESPAÑOLAS, Ana Cristina Herreros

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ANA CRISTINA HERREROS, Libro de Brujas Españolas, Siruela, 2009, 304 páginas.


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En el la introducción Brujas, hadas y hechiceras (pp. 11-21) manifiesta Ana Cristina Herreros, como siempre, su erudición sobre estos cuentos maravillosos "en los que la bruja desempeña un papel importante".
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LA DAMA DEL MONTE DAS CROAS

   En el monte das Croas, en Pontevedra, estaba encantada hace mu­cho tiempo una joven muy bella. Se decía que vivía en un pazo que había en el interior del monte y que en él se guardaba el tesoro del gigante que la tenía encantada. Eran muchos los que deseaban en­contrar aquel tesoro, pero nadie halló nunca la cueva por donde se llegaba hasta aquel pazo.
   La dona, señora o Jada encantada se les aparecía algunas veces a los hombres que iban por el monte al oscurecer; pero tampoco na­die se le acercó jamás, porque como era una encantada, la gente te­nía miedo y huía de ella.
   Una vez la vio un niño que llevaba las ovejas de su padre, y pare­ce ser que estaba sentada sobre una piedra, peinándose los cabellos con un peine de oro. La Dama le llamó y pidió que le diera un cor­dero, pero el niño no le respondió y salió corriendo. Llegó a casa y, tartamudeando por el miedo que llevaba y también por la carrera que se había dado, contó a su padre cómo había visto a la Dama del monte y ésta le había pedido un cordero.
   Entonces el padre dijo al muchacho que volviera al monte y le die­ra el cordero a aquella señora, no fuera que se enfadara porque no se lo dieran y les causara alguna desgracia.
   El niño volvió entonces al monte; pero cuando llegó, ni vio las ove­jas ni vio a la señora. Se echó a llorar corriendo por el monte y lla­mando a sus ovejas. Después de mucho buscar, como no las encon­traba, se iba ya para casa cuando, de pronto, vio justo delante de él a la Dama, que llevaba sus ovejas y, dirigiéndose a él, le dijo:
   —No tengas miedo por las ovejas, que yo te las guardaré; pero ve a tu casa y dile a tu padre que venga, que tengo que hablarle.
   Entonces el niño volvió junto a su padre y le dijo que la Dama del monte das Croas quería hablarle. El padre, aunque muy receloso, fue hacia el monte pensando en que nada bueno le pasaría con aquella mujer encantada.
   Pero la Dama, cuando lo vio, le dijo que se acercara a ella sin mie­do, que nada malo había de pasarle, sino que, por el contrario, si guardaba el secreto de lo que ella iba a decirle y hacía lo que le or­denase, tendría muchos bienes y venturas.
   No se sabe qué le pidió la Dama del monte das Croas a aquel hom­bre. El caso fue que desde entonces el hombre se hizo rico en poco tiempo, pues su rebaño crecía y sus campos daban buenas cosechas. Se decía que aquel hombre era quien llevaba al monte das Croas cuanto la Dama necesitaba para su sustento. Pero él nada decía, nada respondía si le preguntaban.
   Un día aquel hombre enfermé; tan grave se puso que todos pensa­ron que iba a morir. Pero sucedió que cuando su mujer salió de casa para atender el rebaño y los campos, la Dama del monte das Croas le salió al paso y le preguntó cómo estaba su marido. La mujer no le res­pondió y, asustada, salió corriendo a todo correr. Cuando llegó a su casa, vio con espanto a la señora junto a la cama y que su marido ha­bía mejorado tanto que ya no parecía encontrarse tan grave.
   Cuando marchó la Dama, la mujer preguntó a su marido por qué había ido a su casa aquella señora y qué le había hecho para que hu­biese mejorado tanto. Pero él nada dijo, nada respondió. Tanto y tan­to insistió la mujer que al fin le contó cuanto había sucedido desde que la vio en el monte, así como los remedios que le aplicó con unas hierbas que trajera.
   En el pueblo se decía que por haber hablado tanto, revelando el secreto, apareció muerto al día siguiente. Dicen que tenía todo el cuerpo lleno de moretones y magulladuras como si hubieran estado apaleándole...

ASESINATO EN LA OSCURIDAD, Margaret Atwood

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MARGARET ATWOOD, Asesinato en la oscuridad, KRK, Oviedo, 1999, 168 páginas.

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ELLA

sabe muy bien lo que hace. Bueno, ¿y por qué no? Por la calle, a la vuel­ta de la esquina, ese trozo suyo que desaparece ya mismo. Si así funcio­na, así lo haré. A veces en pantalón corto, los muslos bronceados, o lu­ciendo mangas que parecen coles, o el cuerpo entero cayéndose, líqui­do, desde los hombros: no importa lo que esté a punto de ocurrir. Encajes al cuello, en los tobillos, rozando los pechos, donde les dé por colocar los encajes este año, y una risa, o no, donde late el pulso. ¿Qué le hará conseguir? Algo. Tienes que saber cuándo correr y adónde, có­mo cerrar una puerta, con suavidad. Enseñando sólo un poco, algo que parezca carne, ellos la siguen, unas piedrecitas blancas sembradas en el bosque, bajo los árboles, brillando a la luz de la luna, pistas, un rastro. Para ir de un punto al siguiente y entonces ver otro, y otro más allá. Tra­fica con el deseo, la enfermedad del alma, el tartamudeo de las arterias, ¿lo llamarías sufrimiento, adónde conduce? A adentrarse más en el bos­que, en la luz de la luna. Ellos creen que saldrán de entre los árboles y ella estará allí, por fin esperándolos, toda luz serena y blanca.


JORNADA, Adolfo Salazar

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ADOLFO SALAZAR, Jornada (Seis hai-kais), Los Papeles del Sitio, Sevilla, 2009, 16 páginas.

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Has disuelto a la luna en tu arabesca
elocuencia que enmudece a los tritones.
Alma de la noche.

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CUENTOS POPULARES POLACOS, Varios Autores

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Cuentos populares polacos, Cátedra, Madrid, 2012, 376 páginas.

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Agnieszka Matyjaszczyk Grenda, en su labor de edición y traducción, recoge un conjunto de cuentos pertenecientes al folclore polaco en las versiones con las que los escritores más destacados de esta literatura los trasladaron de la tradición oral al papel.

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LOS CABALLEROS DURMIENTES DE WAWEL

   Los montañeses, que con frecuencla llegaban a Cracovia a través de las llanuras que hay en la falda de las montañas, impresionados por la magnitud del Castillo de Wawel, conservan una antigua leyenda que cuenta que en el inteñor de la colina en la que se alza un castillo existe otra fortaleza subterránea, si bien esta no es tan silenciosa, triste, sorda y sepulcral, sino que es hermosa, está llena de luz, resplandece como el oro, tiene un tejado hecho de coral y siempre está iluminada por el sol. Contemplar esta otra fortificación es algo tan grato como antaño lo fue mirar el Castillo de Wawel, hoy vacío.
   En el castillo subterráneo hay una sala enorme, como una iglesia, en la que se guardan muchas armaduras, espadas y banderas colgadas. En el centro de esta estancia hay una mesa alrededor de la cual permanecen sentados todos los reyes polacos, vestidos con sus trajes de ceremonia de coronación. Una vez al año se oye el estruendo y el relinchar de los caballos, el sonido de las trompetas y el bullicio de una batalla. Entonces el monarca Boleslao el Valiente se levanta de la mesa portando una espada que brilla con una extraña luz y que le fue entregada por un ángel. El Rey sale de la ciudad subterránea justo a medianoche y, con paso lento, recorre los patios del castillo. Su armadura resuena con un sonido metálico sordo. Si se encuentra con algún mortal bondadoso, entonces este puede ver al Rey en toda su esplendorosa figura y siente alegría y alivio en su corazon. Sin embargo, si con quien se topa es alguien malvado, no ve nada en absoluto y sólo le invadirán el miedo y la tristeza y se desmayará inconsciente.
   La imaginación de los montañeses cuenta que la salida del castillo subterráneo se realizaba a través de la cueva de un dragón que habita en la parte baja del Castillo de Wawel. Esta salida, oscura y misteriosa, estuvo rodeada durante años de mucho encanto poético, pero ahora las manos alemanas han convertido el castillo en una fortaleza, recorrieron esta cueva excavada en la roca por la naturaleza y borraron en ella todo su viejo encanto.
   Sin embargo, el pueblo de Cracovia mantiene la creencia de que cuando va a ocurrir una gran desgracla en el país se oyen cantos religiosos llenos de tristeza en los subterráneos del castillo y de la catedral, v quien los escucha no puede reprimir las lágrimas.

BONSAI EN COMPOTA, Ricardo Alberto Bugarín

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RICARDO ALBERTO BUGARÍN, Bonsai en compota, Macedonia, Morón, 2014, 156 páginas.

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TRIÁNGULO AMOROSO

   Íbamos de lado en lado. Nos abrazábamos en los ángulos. Nos acurrucábamos en los vértices. Éramos un jolgorio. Al final, nos fuimos por la hipotenusa.

MUERTE A LOS HOMBRES MALOS, Caroline Selmes & Laura Torné

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CAROLINE SELMES & LAURA TORNÉ, Muerte a los hombres malos, Lunwerg, Barcelona, 2014, 160 páginas.

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El prologuista Santiago Segura avisa al lector: "Aprendamos de estas advertencias dibujadas, pues la muerte por ser malos nos puede estar esperando tras cualquier esquina". Carolina Selmes dibuja y Laura Torné escribe esas permutaciones que siempre comienzan con esa elocuente frase. 
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MUERTE A LOS HOMBRES MALOS

...QUE TIENE MUCHA MEJOR PUNTERÍA JUGANDO A LOS DARDOS QUE MEANDO

MUERTE A PABLO

Esta vez,
acertaste en el
agujero correcto.
¡Gracias!

CONSEJOS PARA LAS NIÑAS BUENAS, Mark Twain

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MARK TWAIN, Consejos para las niñas buenas, Libros del Zorro Rojo, Madrid, 2014, 28 páginas.

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María Daniela García traduce estos consejos que ilustra Montse Ginesta.
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Las niñas buenas siempre muestran un trato especial hacia las personas mayores. Nunca debes ser irrespetuosa con los ancianos...
 

...a menos que ellos lo sean primero contigo. 


PECCATA MINUTA, Víctor Amiano

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VÍCTOR AMIANO, Peccata minuta, Ariel, Barcelona, 2012, 224 páginas.

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En Caveat lector (pp. 7-11) el autor de este libro subtitulado Expresiones y frases latinas para el siglo XXI. Origen, uso y curiosidades deja claro que el latín no ha muerto.
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SURSUM CORDA

   «Arriba los corazones». En origen se trata de una expresión de la liturgia cristiana, del prefacio de la misa, que se traduce actualmente por «levantemos el corazón» o «arriba los corazones», fervorosa exhortación del oferente a volverse hacia Dios. Pero, como sucedía con frecuencia cuando las misas eran en latín, el feligrés no identificaba con exactitud el significado de algunas expresiones, y las recomponía según su entender. Sursum corda pronto se entendió como una sola palabra, «sursumcorda» o «sursuncorda», y se usó y se sigue usando, aunque actualmente mucho menos, con un sentido completamente pagano, al identificarlo con un personaje anónimo de gran autoridad: «De esta no te libra ni el sursuncorda»; o al que no se piensa obedecer: «No voy allí aunque lo mande el sursuncorda» (Lázaro Carreter, El dardo en la palabra). Es más que probable que el primer elemento de la expresión litúrgica, el adverbio sursum, sonara, para los aficionados al latín, parecido a summum, es decir, «el más grande», y de ahí que Sursum corda viniera a ser interpretado algo así como el Gran Kan, es decir, un personaje legendario en el imaginario popular, procedente tal vez del Antiguo Testamento, texto siempre críptico y plagado de grandes personajes. La asociación fonética aquí propuesta bien pudo verse apoyada por el contexto litúrgico y el general desconocimiento del latín y los textos bíblicos. Por qué no, cosas más raras se han visto.
   Aunque también puede haber otra explicación: puesto que sursum corda, «levantemos los corazones», son dos palabras latinas del prefacio de la misa que el sacerdote pronunciaba elevando los brazos al cielo, el pueblo pudo creer a partir de ese gesto que tales palabras designaban al Sumo Hacedor.
   Esa asociación con la liturgia explica además la similitud de significado que comparte con la expresión sancta sanctórum, «santo de entre los santos», que designaba en origen la celda o lugar sagrado y escondido, especialmente recóndito y santo, donde se guardaba el Arca de la Alianza en el templo de Salomón, en Jerusalén. Yahvé fue muy escrupuloso cuando dictó a Moisés cómo debía ser el templo, el arca y el altar donde recibir las ofrendas y hasta cómo debía confeccionarse el perfume con que ungir todos los utensilios del culto:
   Con él ungirás la tienda de la reunión y el arca del testimonio [...]. Santificadas así todas estas cosas, serán santísimas [sancta sanctorum] y todo cuanto las tocare quedará santificado (Éxodo, 30, 26-29).
   A partir de ahí se ha convertido en comodín para designar el cubículo más importante e inaccesible de cualquier institución, privada o pública, desde un despacho hasta la sala del tesoro, perdiendo las mayúsculas y escribiéndose en una sola palabra: «Los libreros anticuarios de las principales ciudades de Europa guardan celosamente en su sanctasanctórum algunos de los bellos libros que pudieron adquirir en París», que dice Emili Brugalla. No todos podemos entrar en el sanctasanctórum de nuestras empresas; algunos ni tan siquiera lo pretendemos.

LA VIDA IMPOSIBLE, Eduardo Berti

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EDUARDO BERTI, La vida imposible, Páginas de Espuma, Madrid, 2014, 176 páginas.

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Esta reedición de La vida imposible supone un doble regalo para el lector: a los microrrelatos incluidos en su primera edición se le suman las Ramonerías, textos breves que rinden homenaje a Gómez de la Serna ya no sólo en el nombre o la intención, sino también en el deleite que acompaña a su lectura.

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ARTIFICIOS

   Todos los miércoles voy a una librería diferente y pido al azar un libro, inventando en el acto un título cualquiera que se me ocurre que un buen libro merecería. «¿Tiene Artificios? ¿Tiene El último sueño?», le disparo al vendedor que siempre parece un tanto dormido. Si me exigen otros datos —el autor o la editorial—, digo de forma sistemática que no lo sé. Raras veces el libro existe y lo compro. Raras veces ocurre que lo leo y es tal como había supuesto.

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El agua hace preguntas en las fuentes.
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Era un cielo traducido: en lugar de estrellas había asteriscos con notas al pie.
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El humo espiralado es el remordimiento del incendio.
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Toda esa melancolía que hay en la luna es porque la enciende el sol de ayer.
***
El futuro siempre es imperfecto.

EL LOCO / EL VAGABUNDO, Khalil Gibran

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KHALIL GIBRAN, El loco / El vagabundo, Edicomunicación, Barcelona, 1995, 128 páginas.

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Este volumen recoge dos de las colecciones de cuentos, poemas y parábolas escritas por Gibran, un escritor que, según destaca Francesc-Lluís Cardona en su prólogo, causó un impacto extraordinario "en las generaciones de intelectuales hispanoamericanos y españoles de las primeras décadas de siglo", por la "profundidad de su pensamiento y su enfoque místico de la vida en general".

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EL ASTRÓNOMO

   A la sombra del templo mi amigo y yo vimos a un ciego, sentado allí, solitario.
   —Mira —dijo mi amigo—: ese es el hombre más sabio de nuestra tierra.
   Me separé de mi amigo y me acerqué al ciego. Lo saludé. Y conversamos.
   Poco después le dije:
   —Perdona mi pregunta: ¿desde cuándo eres ciego? 
   —Desde que nací —fue su respuesta.
   —¿Y qué sendero de sabiduría sigues? —le dije entonces. 
   —Soy astrónomo —me contestó el ciego. 
   —Luego, se llevó la mano a su pecho, y dijo: —Sí; observo todos estos soles, y estas lunas, y estas estrellas.

UNIDAD, Juan Ramón Jiménez

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JUAN RAMÓN JIMÉNEZ, Unidad, Seix Barral, Barcelona, 1999, 130 páginas.

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En los 78 poemas que componen Unidad se puede descubrir, por su contenida sencillez y un lirismo que integra, con sutileza armónica, a la voz poética como un elemento más en la naturaleza, un puente tendido hacia la orilla de la práctica del haiku.

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¡Ojos que se miran tanto, vivos,
dejen de mirarse a un tiempo, muertos!

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¡Quién pudiera ser alma de tu cuerpo,
casa del tiempo y del silencio!

ESCRITO CON LA LENGUA, Roger Wolfe

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ROGER WOLFE, Escrito con la lengua, Huacanamo, Barcelona, 2012, 232 páginas.

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Esta edición permite disfrutar, en un único volumen, las tres primeras obras de ensayo-ficción de Roger Wolfe: Todos los monos del mundo (1995), Hay una guerra (1997) y Oigo girar los motores de la muerte (2002).

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La grandeza de Beethoven, la sublime grandeza de Beethoven (de quien conviene recordar que sudaba sangre a la hora de componer), no superada jamás por artista alguno, reside en el profundo sentimiento y la brutal fuerza que consigue expresar sin abandonar nunca del todo la forma clásica.
En eso —contenidos que rompen el molde sin desfigurarlo— consiste la esencia de cualquier auténtica innovación.
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Me merece más respeto, bastante más respeto, un torturador o un terrorista convencido de lo que hace que un intelectual mentiroso. No puede haber peor iniquidad que poseer la llave de la iluminación y guardársela en el bolsillo. El verdadero terrorista no es el que vuela un coche por los aires, sino el que a sabiendas de que a un coche no le funcionan los frenos se niega a advertírselo al conductor.
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Todo sentido surge de la contradicción (tesis, antítesis y síntesis y bla bla bla). Toda dicha surge en la estela del dolor. Toda esperanza surge de la desesperación. La vida es como dos cuerpos que se aman: es difícil saber si están intentando matarse o jodiendo.
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Escribir quizá sea el arte de adaptar la ficción de las palabras a la realidad de las emociones. O sea: mentir para decir la verdad.
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No hay viejos nostálgicos, es mentira. Los viejos ya se han resignado, ya han dicho su último adiós. Son los adolescentes y los adultos jóvenes quienes sufren el mal de la nostalgia; están diciendo adiós todos los días. 
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Influencia y confluencia.— Con los autores que de verdad nos importan no se establece tanto una relación de influencia como de confluencia. Es el misterio de las almas gemelas. De ahí que también podamos estar aparentemente influidos por autores que no hemos leído; se trata de coincidencias fundamentales de visión de mundo. Un gran creador, por otra parte, se parece a todos los demás grandes creadores; en lo esencial, los grandes creadores se parecen hasta cuando son distintos. [223]

DIACRONÍA DEL MIEDO, Sylvia Solé

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SYLVIA SOLÉ,  Diacronía del miedo, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2007, 58 páginas.

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MORIR(SE)

   Despierto. El hospital lleno de gente y mis brazos de agujas y tubos. K. coge mi mano y empiezo a recordar los vómitos. Y los gritos en el coche. Y las pastillas por mi garganta. Estoy viva. Físicamente viva. Quiero dormir, dormir, dormir. K. me sonríe y yo sólo lloro y pienso que estoy viva. Que alguien oyó mi grito y no me dejó morir. Y fue él. El fondo es duro, es que se toca a veces. Es duro y frío y lleno de soledad. La muerte no llega. Tengo que seguir respirando. Pienso en J., que no está. Y en A. Pienso en mi padre. Oigo a K. hablar con gente por teléfono. La irrealidad es tan real como la sala de observación, y la mirada cristalina del psiquiatra que me hace preguntas retóricas con su residente.

ESTAS PÁGINAS MÍAS, Juan José Arreola

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JUAN JOSÉ ARREOLA, Estas páginas mías, FCE, México, 2005 (1985), 192 páginas.

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Esta edición conmemorativa reedita la publicada en 1985, en la que ya se recogía esta aseveración del autor: "No he tenido tiempo de ejercer la literatura. Pero he dedicado todas las horas posibles para amarla".
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DE L’OSSERVATORE

   A principios de nuestra era, las llaves de San Pedro se perdieron en los suburbios del Imperio romano. Se suplica a la persona que las encuentre, tenga la bondad de devolverlas inmediatamente al Papa reinante, ya que desde hace más de quince siglos las puertas del Reino de los Cielos no han podido ser forzadas con ganzúas.

FILOSOFÍA DE LA EXPERIENCIA, Andrés Ortiz-Osés

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ANDRÉS ORTIZ-OSÉS, Filosofía de la experiencia: aforismos, reflexiones y vivenciasInstituto de Estudios Altoaragoneses, Huesca, 2006, 190 páginas.

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Un Ministerio de Asuntos Interiores.
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El hombre medido por todas las cosas.
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Ausencia: presencia en negativo.
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Pasar desapercibido, pero apercibir el pasar.
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Llegamos a ser todo lo que amamos.
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La vida nos refuta.
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El aforismo como cadencia anímica.
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La red de la mirada: la enredadera del deseo.
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El muerto deja de vivir, pero no necesariamente de ser.

BREVIARIO, Ángel Guinda

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ÁNGEL GUINDA, Breviario, Lola Editorial, Zaragoza, 1992.

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La sola claridad está en lo oscuro.
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Familia: primera célula de represión.
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Uno se mata de querer vivir, de neutralizar todo lo que va muriendo contra su deseo. El suicida ejecuta un acto de crepúsculo esplendor.
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Si no escribes como vives, vive al menos lo que escribes.
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No me esperéis. He quedado conmigo y tengo prisa por llegarme.
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Solitario: necesita compañía y es incapaz de acompañar a nadie.
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La poesía es una pregunta a todas las respuestas.
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¿Cómo apuntalar la luz con vigas de tiniebla?
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Estilo: ese hilo de voz que con la vida enhebro.
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Sombras en llamas, así son las ideas.

PIEDRAS Y CERILLAS, Pedro Burgos Montero

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PEDRO BURGOS MONTERO, Piedras y cerillas, Vive Libro, 2013, 80 páginas.

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Una novela se hace, un relato se escribe.
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La liebre es a la suerte del cazador lo que el "lieder" es a la música clásica.
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Hablemos de espacio despacio.
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El amor consiste en consentir.
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Consume con sumo cuidado.
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Muchos sólo tienen un libro de cabecera: la almohada.
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Un aforismo en un ensayo: una luciérnaga en la noche.
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El argumento es como la argamasa, nada en concreto y todo en conjunto.
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Pon al estado en su sitio.
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Los artistas que se alimentan de arte son como las abejas que se alimentan de miel.
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El ojo de la aguja es una obsesión para el camello.
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Yo: Las "y" que todo lo une y la "o" que todo lo contiene.

CUENTAS DEL TIEMPO, Ricardo Martínez-Conde

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RICARDO MARTÍNEZ-CONDE, Cuentas del tiempo, Pre-Textos, Valencia, 1994, 52 páginas.

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El tiempo: el vigilante.
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El libro desnuda, como una amante, la intimidad.
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Al cielo y al infierno por el mismo camino.
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El arte confirma la delicada espera de la muerte.
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¿Con qué argumentos disimularé hoy el miedo?
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El inconsciente no tiene sospechas, sino certezas.
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La realidad no somos nunca nosotros.
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El tiempo, cuyo único fin es suprimir.

POSMONAUTA, Natalia Mardero

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NATALIA MARDERO, Posmonauta, Irrupciones, Montevideo, 2010, 136 páginas.

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MULDER Y SCULLY

   En un pequeño escenario dos travestis hacen una parodia de Mulder & Scully. Se me da por pensar que Gillian Anderson sentiría envidia ante el cuerpo de su imitador. Sin embargo vuelvo a lo mío, tambaleo y te busco entre la gente que baila y transpira, que acecha y que fuma, que besuquea y estrella vasos contra el piso. Bajo el flash y las luces de colores todos parecemos la misma cosa. Y la cerveza que no me deja enfocar.
   Te encuentro en un rincón abrazándote con alguien que conociste hace quince minutos. Confundida vuelvo hacia atrás y busco la salida. En el escenario Mulder & Scully se besan apasionadamente.
   Trust no one.

CANCIONES Y AFORISMOS DEL CAMINANTE, Antonio Machado

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ANTONIO MACHADO, Canciones y aforismos del caminante, Edhasa, Barcelona, 2001, 160 páginas.

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En el Prólogo (pp. 9-23) el editor Joaquín Marco señala que, siendo Machado un autor poco prolífico, utiliza "un estilo aforístico, un mecanismo que ha de permitirle a través de sus personajes ficticios, como hizo en sus poemas, acercarse a ala realidad social y política, al pensamiento, y en especial al poético, uno de los objetivos fundamentales de sus meditaciones.
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De la memoria, sólo vale
el don preclaro de evocar los sueños.
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Ni mármol duro y eterno,
ni música ni pintura,
sino palabra en el tiempo.
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También la poesía es hija del gran fracaso del amor.
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La muerte va con nosotros, nos acompaña en vida, ella es, por de pronto, cosa de nuestro cuerpo.
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El reloj es, en efecto, una prueba indirecta de la creencia del hombre en su mortalidad. Porque sólo un tiempo finito puede medirse.
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El que habla a un hombre, no habla al hombre; el que no habla al hombre, no habla a nadie.
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La memoria es infiel: no sólo borra y confunde, sino que, a veces, inventa, para desorientarnos.

CUENTOS DE LA DISCIPLINA CLERICALIS, Pedro Alfonso de Hueca

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PEDRO ALFONSO DE HUESCA, Cuentos de la Disciplina Clericalis, Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza, 2009, 126 páginas.


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 En el Prólogo (pp. 5-23) María Jesús Lacarra relata la conversión de Moisés Sefardí (¿1065-1121?) en Pedro Alfonso. Que el padrino fuese el rey Alfonso I demuestra el prestigio científico y social de este físico y astrónomo, cuya Disciplina Clericalis (Instrucciones a estudiantes) no sería para él más que una obra menor (escrita en árabe y traducida al latín) que recoge la tradición cuentística oriental con una pretensión didáctica. Acomoda los relatos al lector actual Magdalena Lasala. Las ilustraciones son de David Guirao.
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DE LOS TITULADOS BURLADORES BURLADOS

   En esto que se encontraron en uno de los pisos de gran edificio de oficinas donde muchos hombres de negocios pululaban por los pasillos, resoplando por el mucho trabajo, con el ceño fruncido por el mucho calcular y hablando en voz muy alta por la mucha importancia de sus cargos.
   Allí, observando el ir y venir de los aspirantes a potentados entre el bullicio histérico de los teléfonos, los listados de inversiones y los correos electrónicos, se aposentaron con calma para contemplar una de sus escenas:
   Tres socios todavía jóvenes se habían juntado para invertir cada uno su parte en la compra de un negocio extranjero que desea­ban comercializar en su zona. Dos de ellos se vanagloriaban entre sí de ser más listos y poseer varios títulos empresariales y diplomas de prestigio ante el tercero, de más escasa formación aunque merecedor de su posición por su esfuerzo y agudeza. A pesar de que los dos primeros habían bus­cado ellos mismos al compañero para conseguir todo el capital necesario para su negocio y este había apor­tado igual su parte y demostraba cada día su buen hacer, insistían en tratarlo con cierta displicencia y se turnaban el derecho de representación de su sociedad ante los potentados extranjeros a quienes se dirigían, dándole a entender abiertamente su superioridad y su desprecio.
   Llegó un momento en que las cosas no iban muy bien y tenían que tomar la decisión de disol­ver el negocio o de reorganizado con menos par­tícipes, por lo que los dos listos se pusieron de acuerdo entre sí para dejar fuera de la empresa al tercero.
   —Hay que discurrir un plan— dijo uno— para conseguir que nos quedemos con su parte sin que sos­peche nada, y evitarnos así las demandas.
   —Le explicaremos —dijo el otro que solo uno de los tres puede ser titular según las órdenes de los potentados extranjeros, y en el papeleo nos comemos nosotros el pan.
   De acuerdo con eso, hablaron con el tercero y le contaron la farsa:
   —Nos obligan dijo uno de los listos con una mueca de falso enojo a inscribir todo el capital a un solo nombre y tiene que ser al que aporte más títulos de empresa.
   —Eso mismo me dijeron a mí —dijo el otro con cara de circunstancias—, y el que sea tiene que apor­tar también las licenciaturas de grados superiores.
   Lo que no sabían es que el tercero se había dado cuenta de la estratagema y, fingiendo tristeza, les con­testó:
   —¡Pobre de mi entonces, ya que no puedo competir con vosotros en titulaciones eminentes! Hagamos, pues, una última reunión entre los tres y dejadme al menos comparar vuestros diplomas y certificados para elegir al que será el dueño de nuestra inversión. ¿Os parece bien?
   —¡Estupendo! ¡Por supuesto! dijeron los otros a coro.
   —Id, por tanto, a vuestras casas ambos y recoged todos vuestros documentos personales y los veremos juntos aquí—. Como quiera que los dos listos dudaron mirándose entre sí, titubeando sin saber qué hacer o decir el tercero apostilló—:Seguramente tenéis más títulos, adquiridos en estos últimos tiempos, que no os habrá dado tiempo de incluir en el currículum que está en vuestra ficha...
   Para que pareciera fiable su actitud y que el terce­ro no empezara a sospechar los dos primeros asintieron, aunque sin mucho entusiasmo, y salieron, despi­diéndose hasta la tarde, ya que había mucha distancia hasta sus casas.
   En su ausencia, el tercero tuvo tiempo suficiente para organizar el cambio de titularidad del negocio reservándose toda la inversión a su nombre como único partícipe y nuevo propietario. Luego se quitó la chaqueta, se desordenó el cabello y esparció pañuelos previamente humedecidos con agua por el suelo. Cuando los otros dos regresaron cargados con sus carpetas de papeles por seguir el engaño, lo encontraron sentado en su sillón con el aspecto más apesadumbra­do que nunca habían visto antes en nadie.
   —¡Ah, lo sé todo, amigos míos! —exclamó al ver­los, fingiendo lágrimas—, ¡lo sé todo y, aunque no me lo esperaba de vosotros, os doy la enhorabuena y me alegro por vuestra suerte! ¡Me llamaron los poten­tados extranjeros y me contaron que os habían elegi­do para cargos de elevada importancia en sus bufetes y que ya no os volvería a ver, pues que vuestra fortuna iba a ser muy superior a esta inversión y lo abandona­bais todo, por tanto, incluso a mí, y luego me ordena­ron que era muy urgente el cambio a un solo nombre del negocio y que había de hacerse sin tardar, y con el dolor de saberme abandonado por vosotros así lo hice y ahora soy yo el único propietario de esta empresa!

DEL OTRO LADO, Natacha Merlo

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NATACHA MERLO, Del otro lado, Alción Editora, Córdoba, 2001, 96 páginas.

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VOLAR ALTO

   Por mirar el sol me quedé ciego. Fue durante el eclipse, yo veía que todos se protegían los ojos. Mi hermana me dio la radiografía de mi pierna fracturada pero no la usé. Antes de quedar rengo yo quería ir a la luna. O al sol, ahora me da lo mismo.

LULESCOS, Lourdes Mayorga

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LOURDES MAYORGA, Lulescos. Microrrelatos desde el universo de Lula, Parafernalia, Managua, 2014, 36 páginas.

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Cada una de estas brevísimas narraciones se presenta acompañada por una ilustración de Alberto Sánchez Argüello.
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   Cuando el televisor se fundió los niños lloraron incansablemente. Habían perdido a su madre.

KARCINO, Juan Filloy

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JUAN FILLOY, Karcino. Tratado de palindromía, El Cuenco de Plata, Buenos Aires, 2005, 224 páginas.

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Si la sección Tratado de palindromía recoge las características de los palíndromos desde el entusiasmo y conocimiento de un experto cultivador como Filloy, el escritor argentino también se encarga de ofrecer, en Precisiones preliminares, una detallada historia de estas formas en distintos idiomas, a la vez que señala claves que permitirán al lector convertirse en un creador continuador de este juego de espejos. Finalmente, el Ejemplario incluye cientos de palíndromos del autor, organizados de menor a mayor extensión, del recorrido de dos palabras hasta las secuencias de diecisiete: sin duda, un desafío Filloy presenta, de manera tan certera como sugerente, como un premio secreto que el idioma sólo otorga a quienes "intiman con las palabras".

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Si tragar era gratis...
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Solo diseca la fe de falaces ídolos.
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Oiga, Darío, oiga: ser presagio... o ir adagio...
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Sé. Ni a tilos ni álamos asoma la insólita Inés.
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Le di farol a Camila, luz azul a Lima, calor a Fidel.
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Sí, es él: dice doce a doce secuaces. (Ese cauce seco da eco. Decidle: seis...)