MENÚ DEL DÍA, Julio Velasco Baena

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JULIO VELASCO BAENA, Menú del día, Universidad de Córdoba, Córdoba, 2011, 168 páginas.

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MI ALMA EN UNA ROSA ROJA

   Me desperté cuando la aurora se despejaba, para vestirse de un dorado radiante, dispuesto a disfrutar de una rosa que me había seducido la tarde anterior. La vi de reojo al pasar por aquel jardín multicolor que se extendía como un bello tapiz entre los monstruos de ladrillo y cemento.
   Había sentido pena al observar una flor tan bella, presa de sus propias raíces, en una cárcel sin muros ni rejas.
   No tardé en llegar. La rosa sobresalía majestuosa sobre todas sus hermanas: unas menos agraciadas y otras que aún no habían cumplido la mayoría de edad. Sus pétalos, de sangre aterciopelada, brillaban como auténticas gemas, derramando un aroma que bañaba todos los rincones de aquel vergel. La tentación me acercó a ella para gozar de su fragancia. Cuando alcanzaba el éxtasis, la flor abrió unas enormes fauces y me engulló, encarcelándome en su interior con una condena perpetua. Pensé que sería el terrible pago que debía hacer por el atrevimiento de aproximarme e intentar disfrutar de su esencia más preciada. Tenía que expiar mi falta.
   Desde mi prisión podía contemplar el jardín, que comenzaha a volverse extraño. Su aspecto iba cambiando a cada instante. En pocos minutos se tomó triste, lúgubre.
   Todo se derrumbó cuando vi pasar, detrás de un furgón funerario, a mi esposa y mis hijos, ocultando sus penas tras unas gafas oscuras. En aquel momento no comprendía lo que había sucedido. Les llamé, pero no me oyeron ¿o sí?
   Mi hija miró hacia el jardín, se apartó de su madre y de su hermano, se dirigió hasta la rosa y la miró fijamente. Sin preocuparse de las espinas de su tallo, la cortó, y a mí dentro de ella. La mantuvo viva con su sangre y sus lágrimas de cariño. Cuando lo consideró oportuno, la depositó sobre aquella caja de madera y mi alma volvió a volar libre entre las flores.

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