Y EL MUERTO NADÓ TRES DÍAS, Rafael Barrett

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RAFAEL BARRETT, Y el muerto nadó tres días, Libros de Ítaca, Madrid, 2014, 218 páginas.

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Francisco Corral, editor también de las obras completas de Barrett, en Rafael Barrett, «espíritu libre y audaz» (pp. 9-22) relata la novelesca vida del, considerado por Maeztu o Valle-Inclán, el joven más brillante de su generación; su evolución, «desde un individualismo rebelde y egotista, insolidario y de corte nietzcheano, hasta un individualismo altruista y solidario y hacia una creciente conciencia social». Tanto en la obra de Barrett como en su militante vida late uno de sus admirables pensamientos: «Todos tenemos la obligación de vaciarnos, antes de desvanecernos».
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LA ROSA

   La ancha rosa abierta empieza a deshojarse. Inclinada lánguidamente al borde del vaso, deshace con lento frenesí sus entrañas purísimas, y uno a uno, en el largo silencio de la estancia, van cayendo sus pétalos temblando. Aquella en quien se mezclaron los jugos tenebrosos de la tierra y el llanto cristalino del firmamento, yace aquí arrancada a su patria misteriosa; yace prisionera y moribunda, resplandeciente como un trofeo y bañada en los perfumes de su agonía.
   Se muere, es decir, se desnuda. Van cayendo sus pétalos temblando; van cayendo las túnicas en torno de su alma invisible. Ni el sol mismo con tanto esplendor sucumbe. En las cien alas de rosa que despacio se vuelcan y se abaten, palpita la nieve inaccesible de la luna, y el rubor del alba, y el incendio magnífico de la aurora boreal. Por las heridas de la flor sangra belleza.
   Esta rosa, más bella aún al morir que al nacer, nos ofrece con su aparición discreta una suave enseñanza. Sólo ha vivido un día; un día le ha bastado para ocupar la más noble cumbre de las cosas. Nosotros, los privados de belleza, vivimos, ¡ay!, largo tiempo. Nos conceden años y años para que nos busquemos a tientas y avancemos un paso. Y confiemos siquiera en que la muerte nos dará un poco más de lo que nos dio la vida. ¿A qué prolongaría la belleza su visita a este mundo extraño? No podemos soportar el espectáculo de la belleza sino breves momentos.
   Los seres bellos son los que nos hablan de nuestro destino. La flor se despide; me habla de lo que importa, porque es bella. Se va y no la he comprendido. Desnuda al fin, su alma se desvanece y huye. El crepúsculo se entretiene en borrar las figuras y en añadir la soledad al silencio. Entre mis dedos cansados se desgarran los pétalos difuntos. Ya no son un trofeo resplandeciente, sino los despojos de un sueño inútil.

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